viernes, 3 de julio de 2009

Decir adiós

Todos en algun momento de la vida queremos conocer la razón de alguna situación. Y a veces cuando una persona que nos acompañó en nuestro camino deja de estar físicamente al lado nuestro nos preguntamos ¿Porqué? ¿Qué dios, qué ser superior o destino quitaría la felicidad de las personas por llevarse a otra? ¿Qué gana quitandosnola? Entonces entramos en rechazo a encontrar ese porqué y sólo nos quedamos con la pregunta descolocada sumergiendonos en tristeza que cesa con los años.
Bien, yo creo que cuando ese ser superior o el destino nos arrebata a una persona es para regalarnos un nuevo ángel que nos proteja.
No vamos a saber en qué cielos estará, ni de que territorio lejos de nuestro mundo nos estará observando hasta que volvamos a encontrarnos con ella. Pero a veces esa ausencia nos deja más de una marca: nos damos cuenta que debiamos habernos expresado más, que tal vez si le hubieramos repetido cuanto la queríamos nos sentiriamos mucho mejor y los recuerdos fluyen por si solos y pensás "amaba a esa persona más de lo que creí" ... y chocas en la realidad que ni siquiera pudiste decirle
adiós.
¿Saben por qué nos decimos eso? Porque cuando estamos en vida vivimos pensando en el mañana, y hasta programamos las cosas
:
"Mañana nos vemos", "mañana le digo cuanto la quiero", "mañana le pido disculpas", MAÑANA ; pero quien nos asegura que hay un mañana? Nadie, no tenemos comprado el mañana.
Cuando el dolor va cesando sabes que la esencia de esa persona, de ese amigo, de ese familiar, de ese ser querido está en un riconcito de tu corazón con cada palabra que en vida te regaló, con cada regaño, con cada abrazo, con cada consejo.
Cuando llegan las noches y empezas a recordar en lo que te gustaría que volviera a leerte un cuento por ejemplo, pero no imaginas que desde donde está lo está haciendo, aunque no puedas verlo y escucharlo.
Los experimentados de la vida, te dicen que así Dios o el destino lo quiso y pensás que está en contra tuyo...
Pero yo estoy segura de que más allá de la
pérdida, de las lágrimas que derrochamos con la ausencia y de la tristeza que produce el recuerdo tiene que nacer la esperanza del reencuentro, la oportunidad de decirle todo lo que en vida te faltó.
No se si es profundo o entendible lo que quise transmitir, pero se lo dedico a mi abuelo que sé que estás viendome de alla, andando a caballo entre las nubes como hacias en el campo cada findesemana, cuidando a tus centenares de nietos. Y también se que la luz que emana la luna es tu sonrisa y los truenos de tormentas tus festejos de los partidos de fútbol del domingo.

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